La victoria de Lula es un triunfo de las masas en Brasil, de América Latina, de la humanidad

El triunfo político y electoral de Lula, con 60,2 millones de votos sobre la ultra derecha en Brasil, muestra como las leyes de la dialéctica funcionan no solamente en la ciencia, en la vida, pero también en la política.

El triunfo político y electoral de Lula, con 60,2 millones de votos sobre la ultra derecha en Brasil, muestra como las leyes de la dialéctica funcionan no solamente en la ciencia, en la vida, pero también en la política.

En Brasil, el proceso había involucionado cuando un neofascista fue elegido presidente de Brasil en 2018, pero es posible recuperar el «tiempo perdido» y también dar un salto adelante, lo que ha empezado ahora con la expresiva victoria del pasado 30 de octubre.

La única forma de derrotar el proyecto fascistizante en Brasil, mal concebido como un copia-y-pega de Ucrania, era la construcción de un gran frente social, político y de clases para derrotar un candidato que aun siendo un estúpido completo y sin condiciones de representar ni siquiera el grueso de las distintas corrientes de la burguesía brasileña,  tenía el aparato del Estado en la mano y que, en los últimos meses, sintiendo la derrota, tiró dinero «de helicóptero» para intentar comprar votos del sector más proletarizado de la sociedad, la mitad de la población que saca de cero a dos sueldos mínimos por mes y que representa la mitad de la población brasileña, adonde Lula tiene inmenso apoyo.

Pasado los legítimos momentos de festejos por la histórica victoria, hay que sacar conclusiones acerca del «tiempo perdido” (que nunca es totalmente perdido porque el proceso madura política, culturalmente y impulsa sus direcciones) en cuatro años de neofascismo.

Hay que consolidar y avanzar en la construcción del frente político y social que se conformó en el proceso electoral con base en un programa de reconstrucción del país.

El más problemático sigue siendo la relación con el parlamento, lleno de sectores conservadores, además de los neofascistas.  Es posible que Lula tenga que conducir personalmente esa concertación con las castas parlamentares de centro y centro-derecha para lograr una mayoría que torne posible un mínimo de gobernabilidad. Pero, tan importante cuanto la relación con la institucionalidad parlamentaría es la relación con las masas, que pasa no solamente por la figura histórica y carismática de Lula, pero también y principalmente con los organismos políticos y de clase que hay que fortalecer, darles organicidad, profundizando la organización de la base obrera, campesina y popular del pueblo,  incorporando intelectuales, artistas, científicos (sectores que en su mayoría apoyaron a Lula) y también los militares honestos, democráticos y nacionalistas, sin el cual seguiremos teniendo problemas, abriendo grietas para acciones demagógicas utilizando las Fuerzas Armadas, la bandera nacional y el himno nacional contra el pueblo, como ocurrió en estos cuatro años de gobierno de ultraderecha.

El prioritario salto de calidad es ampliar la coalición “Vamos Juntos por Brasil”, transformándola en un Frente Único de Reconstrucción Nacional, con el programa de rescate del trabajo, salarios y reestatización de sectores estratégicos que fueran privatizados como en algunas ramas de la Petrobrás y también del sector eléctrico.

Además del PT, PCdoB y Partido Verde (la Federación Brasil de la Esperanza), incorporar PSOL, Rede, PSB, PDT, lo mejor del MDB y otros partidos menores, bien como las centrales sindicales y los movimientos populares del campo y de la ciudad (CMP, MST, MTST, etc). Sacar conclusiones del por qué el Frente Brasil Popular no avanzó anteriormente, para mejor conducir ese nuevo Frente, que logre conmover el país de abajo a arriba, con puntos de cultura, economía solidaria, microemprendedores, base de servicios con internet 5G, etc, distribuidos y organizados en todo el país, incorporando, sindicatos, movimientos populares juventud urbana y campesina, artistas, educadores populares, universidades, institutos federales, iglesias progresistas etc. Incorporar también las Fuerzas Armadas para que se sumen a las actividades sociales, profesionalizantes y formativas junto con la población civil.

Ese Nuevo Frente Amplio, político, social y organizativo, debe funcionar con un comando único, que promocione acciones coordinadas entre el gobierno y sociedad civil organizada. Esta es la única forma de desarrollar la hegemonía de las ideas de justicia social, solidaridad, es decir, de las ideas socialistas, arrinconando todos esos sectores que aparecieron de la oscuridad de la historia y que intentaron «ucranizar» el Brasil, implantando una dictadura social.

Un nuevo tiempo se abre en Brasil, apoyado en un mundo que avanza, desigual y combinadamente, hacia la pérdida total de hegemonía del imperialismo, dando protagonismo a países y direcciones que representan la lucha histórica por el rompimiento con todo que oprime a la humanidad, como es Rusia de base soviética y China, los pilares de los BRICS, adonde Brasil, con Lula Presidente, va rescatar su protagonismo.

Afonso Magalhaes

Presidente del PT Guará (DF)-Brasil

1 de noviembre de 2022

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