Discurso de Vladimir Putin en la apertura de la Conferencia Parlamentaria Internacional «Rusia – América Latina»

«Rusia desea sinceramente que los países de la región latinoamericana se desarrollen de forma progresiva y dinámica y refuercen sus posiciones en la economía y la política mundiales. Hemos defendido y seguimos defendiendo que América Latina, en su unidad y diversidad, sea fuerte, independiente y próspera».

El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin intervino en la apertura de la Conferencia Parlamentaria Internacional «Rusia-América Latina», que se celebra en Moscú del 29 de septiembre al 2 de octubre. Compartimos el texto completo de su discurso.

«¡Estimados Señores y Señoras, amigos!

Quisiera dar una sincera bienvenida a todos los participantes en la Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina.

Por iniciativa de la dirección de la Duma rusa, se reunieron en Moscú representantes de órganos legislativos y dirigentes de diversos partidos políticos, jefes de organizaciones públicas, expertos y diplomáticos de la mayoría de los Estados latinoamericanos.

La llegada de un grupo representativo de legisladores de América Latina, que expresan la voluntad de sus electores y están llamados a trabajar por sus intereses, es una prueba más del deseo de los pueblos de nuestros países de desarrollar una asociación amplia y mutuamente beneficiosa con Rusia. Estamos convencidos de que la intensificación del diálogo directo a través de los parlamentos abre muy buenas oportunidades para profundizar nuestra cooperación y ampliarla a través de nuevas áreas de actividad conjunta.

Sé que su conferencia tiene un programa muy rico y extenso, como me dijo ayer el Jefe de la Duma Estatal rusa. Durante las sesiones temáticas y las mesas redondas, debatirán ustedes el papel de la diplomacia parlamentaria en el fortalecimiento de la cooperación entre Rusia y los países latinoamericanos, y en ámbitos muy diferentes: en política y seguridad, en el ámbito socioeconómico y humanitario.

Cabe señalar que Rusia y los Estados latinoamericanos han tenido tradicionalmente mucho en común en sus puntos de vista sobre las cuestiones internacionales. Los latinoamericanos siempre han buscado la autonomía y la independencia, y la historia de su continente está llena de los más vivos ejemplos de ello.

Así fue durante la lucha contra el colonialismo en la época del célebre Simón Bolívar, que se convirtió en un símbolo de libertad no sólo para América Latina, sino quizá para todo el mundo, para toda la humanidad. También lo fue en la segunda mitad del siglo pasado, cuando el continente dio al mundo luchadores abnegados por la justicia y la igualdad social como Salvador Allende, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro.

Debo decir que es un aplauso para el papel de las personas que acabo de nombrar. Recuerdo mis encuentros con Fidel Castro, fueron varios. Era un gran hombre, ¿saben? Era un hombre que pensaba en la gente cada segundo, y no sólo en los cubanos: pensaba en toda América Latina, pensaba en toda la gente del planeta, de la Tierra. Y, de hecho, toda su conciencia estaba imbuida de una preocupación por el bien común y la justicia. Era una personalidad única. Éste es el tipo de personas que nos regala América Latina.

No sería exagerado decir que, incluso ahora, los países latinoamericanos están mostrando un patrón de éxito en el progresivo [proceso] de formación de un sistema multipolar de relaciones internacionales basado en la igualdad, la justicia, el respeto del derecho internacional y de los legítimos intereses de cada uno.

En esa nueva arquitectura policéntrica, los Estados latinoamericanos, con su enorme potencial económico y sus recursos humanos, y su voluntad de llevar a cabo una política exterior soberana e independiente, tendrán uno de los papeles principales en el mundo. De eso no cabe duda.

Rusia desea sinceramente que los países de la región latinoamericana se desarrollen de forma progresiva y dinámica y refuercen sus posiciones en la economía y la política mundiales. Hemos defendido y seguimos defendiendo que América Latina, en su unidad y diversidad, sea fuerte, independiente y próspera.

Para ello, estamos dispuestos a establecer una cooperación tanto bilateral como en estrecha colaboración con las asociaciones de integración de la región latinoamericana: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y el Mercado Común del Sur. En particular, animaremos a estas estructuras a establecer vínculos prácticos con la Unión Económica Euroasiática y a comparar enfoques sobre cuestiones de actualidad en materia de política comercial, regulación arancelaria, fomento de la inversión y transferencia de tecnología.

Y, por supuesto, Rusia acoge con beneplácito las intenciones de varios Estados latinoamericanos de unirse a las actividades del BRICS como miembros de pleno derecho y como socios.

Desviándome del texto [del discurso], puedo decir lo siguiente. Tenemos informaciones diferentes, comprensión diferente de lo que está ocurriendo en los diferentes países de América Latina, y las diferentes fuerzas políticas tienen actitudes diferentes frente a las asociaciones que mencioné, incluyendo el proceso de adhesión a los BRICS. Todos sabemos esto, conocemos las diferentes tendencias en las diferentes esferas políticas, especialmente en el período previo a los diferentes acontecimientos políticos dentro de estos países. Pero el BRICS es una organización de este tipo, no es una especie de alianza militar, es simplemente una plataforma para coordinar posiciones y elaborar soluciones aceptables, mutuamente aceptables, basadas en la soberanía, la independencia y el respeto mutuo.

Y estoy seguro de que cualesquiera que sean los partidos políticos en esos países que se están uniendo, que se han unido, que quieren unirse, que quieren trabajar con estas organizaciones, incluido el BRICS – lo que ocurra en las esferas políticas y en los partidos políticos, todos tendrán que guiarse por el estado de ánimo del pueblo. Y el estado de ánimo del electorado en el sentido amplio de la palabra en todos los países de América Latina es tal que aspira a la libertad y a la independencia. Y todos los países y partidos políticos de la región latinoamericana tendrán que tenerlo en cuenta. Y esto significa que en esencia, estratégicamente, sin duda cooperaremos, incluso en aquellas cuestiones que son clave para la agenda de los BRICS.

¿Por qué hablo de esto? Porque Rusia asume la presidencia de los BRICS, y estoy seguro de que haremos todo lo posible para que la llamada mayoría mundial sienta que no es sólo una mayoría en cuanto al número de personas que viven en nuestros países, sino que es una mayoría, teniendo en cuenta las perspectivas de su desarrollo.

Por lo que se refiere directamente a nuestras relaciones con los países latinoamericanos, destacaría algunos aspectos que considero prioritarios. Estas relaciones son, en primer lugar, amistosas, constructivas y mutuamente beneficiosas. Se desarrollan sobre la base de la igualdad y la consideración mutua de intereses.

El intercambio comercial entre Rusia y América Latina ha aumentado un 25% en los últimos cinco años. Las exportaciones rusas se han multiplicado por 2,3, y de bienes que los países latinoamericanos necesitan: trigo, fertilizantes, productos petrolíferos y muchos otros bienes vitales. Son nuestros mercados tradicionales. No cabe duda de que una transición más vigorosa hacia las monedas nacionales en las liquidaciones financieras, la creación de canales de cooperación crediticia y bancaria, y el establecimiento de nuevas cadenas de transporte y logística contribuirán a un mayor desarrollo de los intercambios comerciales recíprocos.

En el ámbito financiero, hace poco celebramos la cumbre Rusia-África en San Petersburgo. Y los líderes africanos dijeron, entre otras cosas, que la carga total de la deuda de África supera el billón de dólares, algo sencillamente imposible de pagar, dado el nivel de desarrollo económico de estos países.

¿Por qué digo esto? Digo que las modernas relaciones financieras y crediticias en el mundo están estructuradas de tal manera que sirven exclusivamente a los intereses de los llamados «mil millones de oro». Ellos, estos «mil millones de oro», o para ser más precisos, los dirigentes de estos «mil millones de oro», explotan prácticamente a todos los demás países del mundo. Abusan de su posición tanto tecnológica como informativa y financiera. Han construido instituciones financieras internacionales de tal manera e introducen tales reglas en la esfera de la actividad financiera y económica que son prácticamente rentables, quiero subrayar que todo parece bastante favorable, pero al final todas estas reglas e instituciones sirven a los intereses de estos «mil millones de oro». Y esto es ciertamente algo sobre lo que tenemos que reflexionar. Estamos pensando en ello, incluso en el marco de la organización que ya he mencionado, los BRICS.

Estoy seguro, lo sé, de que las asociaciones latinoamericanas de integración también están pensando en ello y debatiendo estas cuestiones. Estos compromisos de crédito que se han formulado para muchos mercados emergentes, ya no son ni siquiera en forma de algún tipo de compromisos de crédito – son una especie de gravamen. Es una especie de contribución. No debería ser así. Por eso, todos nosotros, uniendo nuestras fuerzas, debemos cambiar las reglas también en este ámbito internacional.

Nuestros activos comunes incluyen toda una serie de importantes proyectos de inversión y de alta tecnología mutuamente beneficiosos. Permítanme recordarles, por ejemplo, el Centro de Investigación y Tecnología Nuclear que se está construyendo actualmente en Bolivia con participación rusa, las empresas biofarmacéuticas conjuntas están ampliando sus actividades en Nicaragua y Venezuela, y se está modernizando una planta metalúrgica en Cuba. Estos son sólo algunos ejemplos.

Nuestra actitud amistosa hacia los países de la región también se refleja en el hecho de que siempre estamos dispuestos a acudir en ayuda de los latinoamericanos y siempre tendemos una mano amiga y apoyo para superar las devastadoras consecuencias de los desastres naturales, en la lucha contra el terrorismo, el extremismo, el crimen organizado y el narcotráfico.

También se mantiene un alto nivel de cooperación con los Estados latinoamericanos en el ámbito humanitario. El número de países con los que hemos establecido un régimen de exención de visados no deja de crecer: actualmente abarca 27 países latinoamericanos. Esto está abriendo nuevas oportunidades para los intercambios empresariales, científicos y culturales y aumentando los flujos turísticos recíprocos.

Ya son casi cinco mil los estudiantes latinoamericanos que estudian en nuestro país, y la cuota anual para su admisión en las plazas presupuestarias de las universidades rusas también está aumentando en el presente curso académico. También estamos formando personal profesional para los cuerpos de seguridad nacionales de los países latinoamericanos.

Los proyectos ruso-latinoamericanos en medicina y salud pública, seguridad biológica y epidemiológica están siendo ejecutados con éxito. Durante la pandemia de coronavirus, nuestro país fue uno de los primeros en suministrar a América Latina grandes cargamentos de vacunas, sistemas de pruebas, productos sanitarios e higiénicos y otros suministros médicos y humanitarios.

Y por supuesto, queridos amigos, no puedo dejar de mencionar que, como sabemos, hay alrededor de 300.000 nativos de Rusia y de la URSS viviendo en América Latina. Muchos de ellos se han integrado plenamente en la vida de sus nuevos países, y algunos de ellos siguen viviendo en sus comunidades rusas, conservando su cultura espiritual, su lengua y su identidad nacionales. Y estamos agradecidos -quiero subrayarlo y decírselo a ustedes, parlamentarios, porque representan los intereses de sus electores, y les pido que transmitan estas palabras de gratitud a las personas con las que trabajan en los territorios de sus países-, estamos agradecidos a nuestros socios latinoamericanos, a los ciudadanos de sus países por su atención a las necesidades e intereses de nuestros compatriotas rusos, por el recuerdo del papel que el pueblo ruso desempeñó en la formación de algunas de las instituciones estatales del continente, en el desarrollo de sus economías, cultura y arte.

Para concluir mi declaración, quisiera enfatizar que considero muy apropiado y oportuno intensificar el formato interparlamentario de las relaciones de Rusia con los Estados latinoamericanos. En efecto, el apoyo de los legisladores es necesario en muchos asuntos relativos a la expansión ulterior de los multifacéticos lazos ruso-latinoamericanos. Este es precisamente el objetivo de la actual Conferencia Parlamentaria Internacional «Rusia – América Latina».

Permítanme desearles sinceramente, a los participantes en estas actividades, a los organizadores de las mismas, un trabajo fructífero y todo lo mejor. Y, por supuesto, me gustaría desearles a ustedes, como parlamentarios, un trabajo fructífero en sus nobles esfuerzos en sus países.

Muchas gracias a Ustedes. ¡Bienvenidos a Rusia! Que tengan un buen día».

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