Significado y reconocimiento a la función de Tabaré Vázquez y el pueblo uruguayo
Tabaré Vázquez nació y se crio en La Teja, pero era ciudadano de todo el Uruguay, y del mundo. ¡Por eso cuando aquella noche en que el Frente Amplio ganó las elecciones por primera vez su saludo fue “Festejen uruguayos, festejen! que la victoria es de ustedes!” el triunfo no era personal, sino social.
A DOS AÑOS DEL FALLECIMIENTO DEL COMPAÑERO TABARÉ
León Cristalli
Pretendemos elevar política y programa en base a los análisis de J. Posadas acerca del proceso del nacionalismo revolucionario antiimperialista. De cómo se desenvolvería, desenvuelve, con distintas peculiares y formas, el curso del proceso histórico. Lo que J. Posadas, a partir del fin de la década de 1968 y a principios de 1970, venía planteando como una necesidad hacia la construcción de Partidos Obreros Basados en los Sindicatos (POBS), en Argentina y Uruguay.
Proceso que se concretaría, en condición particular, fundamental, imprescindible del curso, en el año 1971, con concreción fundacional del Frente Amplio, para a posterior, en la década de los años 90 del pasado siglo, el curso de los pueblos generara un dirigente como Tabaré Vázquez. Como hoy lo es Lula, reconstruido socialmente, por la lucha de lo mejor del pueblo brasilero, comprendiendo las dificultades que se plantean en el conflicto entre clases, para avanzar al socialismo. Organizando una política y programa de transición, combinadamente desigual, en su aplicación, sostenido, basado, en el apoyo organizado del pueblo trabajador.
En 1990, mientras en Nicaragua, electoralmente, se procesaba “la soledad de las urnas”, producto de la política asesina de Mijaíl Gorbachov, junto a propios errores de una dirección que avanzó por sobre la historia, como el FSLN, apoyándose en el nacionalismo revolucionario, que necesitaba del Estado Obrero, de la URSS, de Cuba, China, etc. para sostenerse, contra el más feroz de los imperios, aun frente al nazismo, como lo es el disfrazado de democrático sistema imperialista. Volvamos a la etapa de los años 90 del Siglo XX, época del aparente triunfo de la “globalización de la economía, etc.”, no en el sentido constructivo de una Nueva Sociedad, sino destructivo, de concentración financiera e empresarial trasnacional imperialista con Wall Streets, a la cabeza.
Lejos parecía estar, en aquellos momentos de la historia, el triunfo del pueblo vietnamita, o de la revolución Cultural en China, etc. Lo que aparentaba solidez y perspectiva, era el neoliberalismo, como en Argentina con el gobierno de Carlos Menem, que afirmaría, inmediatamente de asumir el gobierno: “si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie.”, mostrando claramente que, en realidad, la madurez del pueblo no le permitiría hacer lo que después hizo, retrogradando la vida del país y el papel del Estado, la industria nacional, etc. para llegar, había que mentir.
Es en esas condiciones, en Uruguay, ya en el año 1985, vimos y calificamos como “un pueblo que tiene instalado un Estado revolucionario, un Estado obrero en su conciencia.”. Un pueblo que fue capaz de reconstruir, en base a la confianza como clase obrera, su tejido social, en el camino a una nueva sociedad. No solo por las luchas sociales y defensa sindical de sus derechos y conquistas – el PIT-CNT es su cara más profunda- , en 1994 – por estas mismas razones – propusimos desde Frente Obrero: “el Frente Amplio al Gobierno nacional: el PIT-CNT al poder, como política que concentraba el curso social.
Que tan solo 10 años después se concretaría el primer gobierno nacional del Frente Amplio y con el compañero Tabaré Vázquez en la Presidencia de la Nación. En la conciencia social había y existe hoy instalada, la necesidad de utilizar revolucionariamente las condiciones peculiares, “conservadoras” socialmente, tanto como dependientes del exterior de la economía del país, en cómo se construye su PBI, – teniendo al lado, dos monstruos del sistema capitalista, como son Brasil y Argentina -, frente a la debilidad social de la clase explotadora que significa para el Uruguay no haber sido capaz de desarrollar una burguesía Industrial, con estrategia política de desarrollo económico propio, nacional, que le permitiera ingresar a la lucha inter capitalista, burguesa y oligárquica, con las otras burguesías de la región y planeta.
La de Uruguay, terminó siendo solo una burguesía política, que utiliza condiciones especiales de ser tapón, al mismo tiempo que salida para los negocios etc. de los dos grandes países de la región, para transar con los EE. UU, la vida financiera de su economía.
Pero el pueblo uruguayo nunca entro en esa disyuntiva del sistema y su sociedad: por eso se une el espíritu solidario, revolucionario, con su condición conservadora. En la vereda de la humedad acomodaticia del sistema, la oligarquía terrateniente, que siempre tuvo que subordinarse aliada a esa relación de la economía del país, cuando también, combinadamente, mantendría excelentes relaciones comerciales con la URSS y el campo socialista, en aquella etapa.
Era aquella una etapa donde la lucha sindical avanzaban por sobre la política y planteaban objetivamente la necesidad de construir un Partido Basados en los Sindicatos Aliados, el partido de la clase trabajadora: por esta razón, surge el Frente Amplio el 5 febrero de 1971. Es desde ese curso social y político que tiene un papel concentrador ascenderte la personalidad del compañero Tabaré Vázquez: el mismo formaba parte sustancial de las contradicciones, también progresos, de la sociedad uruguaya en general, en particular de su pueblo trabajador, y de la zona donde nació y vivió Tabaré.
La Teja tiene características tanto similares como particulares a ciudades y barrios en toda América Latina como La Boca, Avellaneda, Quilmes, Rosario etc. en Argentina, Juan Lacaze, Fray Bentos, Paysandú, también zonas en Perú, Venezuela, Bolivia, México, que tienen barrios donde la base social es de origen proletario: aún con la desocupación, cierres de fábricas etc. la clase obrera mantiene esa condición de vida y relaciones.
De la misma manera que en la actual Rusia, la burocracia parasitaria que vivía a costillas de la URSS, después quiso borrarla de la historia, no sólo que no pudo, sino que fue el pueblo socialmente, en su inmensa mayoría, el que sostiene las relaciones, la vida y la cultura soviética. Que, a través de la dirección del Gobierno de Vladimir Putin, determina hoy una etapa de transición recuperadora de los valores del Estado Obrero, en especial de lo mejor de él, que es el pueblo soviético, como en particular lo es la intervención del Ejército Rojo en Ucrania, en defensa de la Integridad de los pueblos y la Paz mundial. Todo lo que hace a un curso tan profundo como irreversible de la historia, en el proceso hacia la construcción de la nueva sociedad.
Tabaré Vázquez, aun hoy en que no está ya físicamente presente, es parte de ese curso, no semánticamente, sino material y prácticamente. Las direcciones, como los dirigentes de un proceso social, se colocan por delante del curso, nunca por arriba. El dirigente asume una representatividad objetiva que lo pasa y estimula a seguir avanzando, representando el estadio del curso social.
Entre el Tabaré que en la Murga “Los Cuiti Cuiti”, cuando tocaba los platillos con dos tapas de ollas, al que jugaba al futbol en el potrero, a su paso por el club Social y Deportivo “El Arbolito”, o ser el eje del Club Progreso, -que ya desde el nombre declara su aspiración y lucha social- del pueblo de La Teja, nos marca lo que serían los mandatos intercalados de gobierno nacional del Uruguay, en nombre del Frente Amplio.
Sin embargo, no es justo quedarse en La Teja y sus fábricas, en Ancap, en el barrio proletario con historia desde 1840, sino, particularmente, como una parte de un pueblo que, pequeño en la densidad de su población, avanzó y se desarrolló con una fortaleza interior enorme en la cultura, el deporte, la solidaridad social, etc. Al nivel de ser comparado, por la clase burguesa de América latina, cómo “Suiza de América”, no precisamente por la acumulación imperialista financiera de la Suiza europea, sino por ser un vértice entre la “democracia burguesa y los derechos humanos, frente a las apetencias del sistema capitalista que lo rodea y organizan sus finanzas en su territorio”.
Tabaré Vázquez nació y se crio en La Teja, pero era ciudadano de todo el Uruguay, y del mundo. ¡Por eso cuando aquella noche en que el Frente Amplio ganó las elecciones por primera vez su saludo fue “Festejen uruguayos, festejen! que la victoria es de ustedes!” el triunfo no era personal, sino social.
Su concepción de socialista, que nunca abandonó, más allá del carné partidario, lo colocó como forma de concretar progresivamente una contradicción dialéctica de un pueblo que tiene, en nuestra opinión, desde hace casi 40 años, “un Estado obrero instalado en su cabeza”, con vida conservadora, impuesta por las relaciones interiores de un capitalismo que no desarrolló una burguesía clásica, sino política.
Tabaré Vázquez pudo y asumió una representatividad global como ciudadano. Como nos dijo alguna vez, “no puedo tomar decisiones que serían necesarias porque pondría en riesgo cientos de puestos de trabajo…”. Claro, la Suiza americana no tenía esa condición para poder negociar con el sistema.
Recordamos a otros compañeros, como a la cabeza del curso del Frente Amplio, el Gral. Líber Seregni, que supo ver la direccionalidad de este proceso del Uruguay, ya desde la fundación del Frente Amplio en 1971, de ahí en adelante. También de los partidos de izquierda, obreros, como el Partido Comunista, el Partido Socialista y el P.O.R. (Trotskista Posadista). Nosotros, en febrero de 1990 le expresamos a Tabaré, ya Intendente de Montevideo, que no dudábamos que él sería gobierno nacional del Uruguay en representación del Frente Amplio, no sólo por carisma individual, sino porque Tabaré Vázquez representaba una construcción revolucionaria, desde abajo, con la fuerza de la clase trabajadora, de todo el pueblo uruguayo.
León Cristalli
27 de octubre de 2022