El Paro general del PIT-CNT y la marcha del 8 de marzo de 2023
El paro general del PIT CNT disparó al futuro. Tendió a unificar las reivindicaciones particulares de las mujeres con la lucha de clases y la transformación social. No se trata de medir la magnitud inmensa de la movilización anual del 8 de marzo de un año a otro año, sino el sentido social diverso, multitudinario, conmovedor, donde los movimientos feministas hacen causa común con los sindicatos y su diversa respuesta frente al unificador paro general.
EDITORIAL
“La única línea divisoria está entre quienes quieren mantener un régimen caduco, opresor, antipopular, y del otro lado, el pueblo, blanco, colorado, demo-cristiano, comunista, socialista…”
(Gral. Líber Seregni – acto del 26 de marzo de 1971)
El paro general del PIT CNT disparó al futuro. Tendió a unificar las reivindicaciones particulares de las mujeres con la lucha de clases y la transformación social. No se trata de medir la magnitud inmensa de la movilización anual del 8 de marzo de un año a otro año, sino el sentido social diverso, multitudinario, conmovedor, donde los movimientos feministas hacen causa común con los sindicatos y su diversa respuesta frente al unificador paro general. El gobierno quedó, otra vez, con su reunión de ejecutivos y burócratas: mísero show de sus “políticas de género”. Mientras decenas de miles de mujeres de todas las edades mostraban disposición a avanzar en derrotar la doble explotación que mantiene el sistema: de género y de clase, unificando lo que hasta hace poco, aparecía polémico, hasta confuso.
La discusión, las diferencias, que se mantienen – con esta misma interpretación que hacemos desde el POR- el 8 de marzo de 2023 ha dado en Uruguay un paso gigantesco, tanto fue la fuerza social abigarrada de la manifestación que ejerció, por algunas horas, una forma de poder, en el centro de Montevideo. Una población de la capital del país que se ha mostrado inderrotable por los partidos del sistema, desde que Tabaré Vázquez ingreso al Palacio Municipal en febrero de 1990.
El paro general y la movilización del 8 de marzo ha sido una sola acción: nadie cuestionó la decisión del PIT-CNT, de los sindicatos: todo lo contrario, con excepción de las feministas burguesas, que solo “procuran lograr los mismos derechos … que poseen ahora sus maridos, padres, hermanos.”, como afirmara Alexandra Kollontai, hace más de 100 años. El paro y la movilización intervino como catalizador social, en defensa del bien común. Una sociedad movilizada, no subordinada al poder ejercido por el sistema, por su gobierno, donde es la misma sociedad la que articula sus relaciones sociales, garantiza conquistas, rechaza toda forma de opresión y represión, de género y de clase. Unifica, en perspectiva, la reivindicación de los derechos democráticos, constitucionales, con la transformación social y política.
Es necesario que la conducción del Frente Amplio, los sindicatos, el PIT CNT, todos, indaguemos con rigor político, social, cultural, la nueva realidad tal cual se presenta. Las reivindicaciones planteadas el 8 de marzo de 2023 no son abstractas, sino problemas que necesitan una política y un programa de Gobierno y de poder, que represente las fuerzas sociales de mujeres y hombres, que se han mostrado conscientes de sus fuerzas y voluntad de no admitir, de rechazo, a la imposición del egoísmo atroz, que pregona el sistema de los malla oro. –
La audacia política que se requiere hoy, está en volver a la base estructural, fundacional del Frente Amplio cuando proponía “remover hasta las raíces de los árboles” (Tabaré Vázquez), de una organización institucional corrupta, que viene dando estertores de su fin a cada paso, comenzando con que una nación productora de alimentos suficientes, no garantiza cubrir necesidades básicas, humanas, sociales, de una parte creciente de su población.
Nada se cerró, nada comenzó el pasado 8 de marzo, sino que se confirma una vez más, que en el Uruguay –lo analizo J. Horacio (León Cristalli), ya en 1985-, existe un “estado obrero instalado en la conciencia de su población trabajadora”, al punto tal que tanto Cifra como Opción Consultores, constatan en estudios de los últimos 30 años que “el ánimo político de los uruguayos es mayormente de izquierda…son estatistas, desconfiados de las privatizaciones, partidarios de la agenda de derechos”.
Existen diversas formas de ejercer violencia y crueldad contra un pueblo, cuando la vida en sociedad ha sido transformada en una organización económica y social opresiva, cuando se ejerce el poder del Estado como defensa y justificación de un “régimen caduco, opresor, antipopular”, como lo calificara Seregni el 26 de marzo de 1971. El “Caso Astesiano” muestra una condición extrema de clientelismo, amiguismo, la gauchada, un uso abusivo de condiciones de privilegio, en beneficio propio o ajeno.
Nada más, nada menos, como han funcionado por décadas los aparatos de los Intendentes blancos y colorados en el interior del Uruguay. La consigna es “hoy por mí, mañana por vos”. El Estado utilizado como campo de caza propio, de la familia, la agrupación, el caudillo. Astesiano no fue infiltrado, funcionan así los asuntos en Uruguay y los corruptos estados levantados por las burguesías americanas claudicantes ante la soberanía.
La fuerza trascendente del paro general y movilización del 8 de marzo de 2023, debería conducir a las direcciones políticas, sindicales, sociales, a desenvolver su audacia para plasmar conquistas y objetivos en un gran movimiento nacional para construir, desde la sociedad y sus organizaciones, una nueva Constitución de la República. Es necesario cristalizar lo mejor de lo logrado durante los gobiernos del Frente Amplio, junto a impulsar decisiones que transparenten el funcionamiento del Estado, incorporen el control social, la gestión de los trabajadores en su funcionamiento, nacionalizaciones, monopolios del Estado, como el del gran comercio exportador-importador, el control ciudadano sobre la inversión estatal en obra pública: viviendas, escuelas, hospitales, policlínicos, saneamiento, control medio ambiental, control de la legal e ilegal, ingreso vital mínimo salarial y jubilatorio, adecuado al movimiento de los precios, salud pública de calidad, medicamentos suficientes. Prohibición y/o alta carga impositiva a depósitos de nacionales, o no nacionales, en el exterior.
La burguesía afirma que es necesario crear riqueza, para luego distribuirla: riqueza se ha creado, tanto que la economía ha crecido un 5 % el último año. El “instintivo egoísmo”, del que habló Maquiavelo, no es tan solo individual, sino de clase. El Frente Amplio no debería dejar en los papeles el proclamado “Bloque social de los cambios” con los sindicatos y el PIT-CNT para volver a ganar el gobierno, no sólo con un programa sino impulsando transformaciones institucionales que los hagan posibles.
El Frente Amplio precisa reconstruir una dirección homogénea, como la que en 1971 procuró la unidad de la fuerza del trabajo, con un nuevo rol del Estado nacional, que representara la condición social revolucionaria de la mayoría de la sociedad: la lucha por el socialismo estaba implícita. Una posición que tomó excelentemente bien el PIT-CNT cuando propuso luchar en el 8 de marzo de 2023 por la función liberadora de las mujeres, parte esencial de la lucha de clases. Se asume de esta forma una representación objetiva de los sindicatos proletarios de antes, de ahora – base del programa fundacional del Frente Amplio en 1971 -, desde textiles, metalúrgicos, frigoríficos, construcción, la lucha de bancarios, o el puerto.
Editorial de “Frente Obrero” – Marzo de 2023 – 70 aniversario
Periódico oficial del Partido Obrero Revolucionario
Fundadores e integrantes del Frente Amplio
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